[EDITORIAL] Si me quieres insultar, no me llames fascista

Estaba repartiendo Estandarte en una feria y creí escuchar que llamaban a una tal Francisca. Frente a la insistencia, me di vuelta y vi a un sujeto que se dirigía a mi con el brazo en alto, saludando al estilo romano. “¡Fascista!”, gritaba.

Y entendí por sus ademanes que quería llamar mi atención. Claramente no era un fascista saludando por error a otro camarada. Me acerqué, y le expliqué que, si estuviera en Europa, podría ir preso por ese gesto, pero que de cualquier manera estaba equivocado. Que los fascistas de la actualidad están, precisamente, en la vereda contraria de los valores que Estandarte representa.

Si fuera fascista, no me ofendería que me llamaran por lo que soy, aunque evidentemente la palabra se emplea como insulto, un comodín. Ocurre algo parecido con la palabra comunista, que también se lanza como epíteto al que es abiertamente partidario de la ideología marxista.

Pero, debe ser aun más ofensivo que te identifiquen como tal: 120 millones de muertos que los regímenes socialistas llevan a su haber, en 100 años de historia contemporánea; hambrunas, subdesarrollo, millones de torturados y exiliados, presos políticos, en fin.

La historia la escriben los vencedores, y como los comunistas, junto a los capitalistas, derrotaron a los fascistas en la II Guerra Mundial, nos hemos acostumbrado a convivir en un mundo donde todavía hay quienes adhieren a los ideales comunistas. Irónicamente, comunismo y fascismo tienen su origen en el socialismo, el cual es anterior a Marx.

A comienzos del Siglo XX, en algunos círculos intelectuales se veía al socialismo como el destino natural de la modernidad, donde el Estado tendría la capacidad de superar completamente los antiguos conceptos de familia, matrimonio, economía, trabajo, y establecer un nuevo orden social, racionalmente planificado, donde inevitablemente nacería un nuevo hombre.

En esa quimera está escondida la raíz totalitaria y progresista del socialismo. La principal diferencia entre comunismo y fascismo es que mientras el primero se declaraba internacionalista, el fascismo era una forma de nacionalismo, a veces aliado con el conservadurismo religioso (como en el caso del franquismo español). Mussolini, quien acuñó la palabra fascismo, fue militante del Partido Socialista Italiano, del que fue expulsado por sus ideas nacionalistas, para luego formar el Partido Nacional Fascista. Hitler fue integrante del Partido Obrero Alemán, que instrumentalizó para luego fundar el Partido Nacional Socialista Alemán y hacerse del poder total.

Tanto el comunismo como el fascismo tenían de enemigos al liberalismo (el que a su vez fue resistido por el nacionalismo). Mientras que el socialismo pone al Estado, controlado por algún tipo de colectivo (sea la nación o el pueblo), por sobre cualquier otro estamento de la sociedad (como las religiones, la familia, o los gremios), el liberalismo (que también es heredero de la modernidad) pone el individuo y su libre voluntad por sobre el colectivo.

El fascismo y el comunismo son totalitarios, intervencionistas estatales, no creen en las libertades personales. Aplastan a los individuos. Son racionalistas, atacan los conceptos tradicionales de familia y las religiones. ¿Qué decir de los demócratas estadounidenses? Históricamente: esclavistas, racistas, eugenesistas, y… ¡Admiradores del fascismo europeo! Nada más lejano a las ideas que albergo.

Entonces ¿soy liberal? Bueno depende. Algunos dirían “liberal clásico”, discusión que nos remite a otro mundo, a una modernidad que ya no existe. Era un liberalismo que nunca cuestionó el orden natural, que se construía sobre identidades nacionales que se daban por sentadas, donde sus principales exponentes eran creyentes en el Dios cristiano, mayormente religiosos practicantes, hasta incluso monarquistas.

Si me aprietan, probablemente, al igual que muchos chilenos diré que ante todo soy cristiano, y que amo a mi país como si en eso cumpliera un deber religioso. Es decir: soy patriota. Y estoy seguro que patriotas hay de izquierda y de derecha, personas que independiente de su ideología aman a Chile. Eso quizás le parece a algunos progresistas y globalistas un poco fanático, lo acepto.

Así que si quieres insultarme por último llámame patriota y fanático, pero no fascista.

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