[ENTREVISTA] “No, yo creo que es mucho peor”, Hermógenes Pérez de Arce sobre proyecto de Nueva Constitución

A diferencia del plebiscito en 2022, este año la derecha enfrenta el texto del consejo constitucional dividida. Aunque a nivel de partidos políticos en la derecha le han dado un apoyo transversal al texto que se votará el próximo 17 de diciembre, la opción “A Favor” no logra convencer a todas las bases ni a figuras históricas del sector. A Hermógenes Pérez de Arce algunos no le perdonan por manifestarse “En Contra”. 

Ahora que ya pudo leer la propuesta ¿Es mejor el texto que la actual constitución?

No, yo creo que es mucho peor. En primer lugar, porque establece el Estado Social de Derecho, que ya ha sido interpretado por todo el mundo como la capacidad del gobierno para decretar derechos sociales, y eso al final son cosas gratis. 

Además, establece que serán progresivos, es decir: que las cosas gratis van a ser cada vez más, y eso conducirá a que las personas pidan distintas cosas que quieren que sean gratuitas, y si no se las conceden van a recurrir a tribunales. Los tribunales en Chile están en manos de la izquierda. Eso en la práctica pasa. En Chile tenemos una dictadura judicial de la izquierda, y va a seguir, porque nunca han destituido a un juez por atropellar la Ley. 

Entonces, esto nos conduce a un Estado que va a dimensionarse de manera exagerada para conseguir muchas cosas gratis. Es el camino que ha seguido Venezuela, y sobre todo Argentina en el sentido económico. Allá el 50% de la población tiene derechos sociales garantizados, lo que significa gratuidades financiadas por el Estado. Eso ha llevado a que prácticamente la mitad de la gente no trabaja. Es lo más grave de esta propuesta constitucional, que abre la puerta a ese modelo. 

¿Cómo responde usted a lo que han señalado desde el Partido Republicano, respecto a que esta propuesta sí ayuda a solucionar las urgencias sociales, como: inseguridad, delincuencia, terrorismo? 

En realidad, la actual es más que suficiente para eso. Y, de hecho, si se hubiera aplicado la actual constitución no habría existido el llamado estallido. Porque eso se termina en un día con las atribuciones que tiene el Ejecutivo para mantener el orden. Si Piñera hubiera empleado todo el personal de abogados que tenía para perseguir a los militares, en declarar inconstitucionales a todos los movimientos que trabajaban en la violencia, esa cosa habría durado un día, no más. Habrían sido declarados inconstitucionales, y habrían cesado en sus cargos todos los parlamentarios que apoyaron la violencia. Esas cosas están en las constituciones, lo que pasa es que no se aplican. De hecho, la constitución actual está siendo violada constantemente, todos los días, por los tribunales aquí en Chile. Es el problema que no se respeta la constitución.

Bueno, ese es un argumento que está usando mucha gente que está por A Favor: como la actual constitución ya no se respeta, hay que cambiarla. ¿Cómo se puede reactivar una constitución que pareciera ya desahuciada, al menos, por la clase política?

No, es que eso es otra cosa. Lo que pasa es que como no son capaces de establecer el orden desde el gobierno (caso de Piñera), entonces recurren al tema de la constitución, como si la constitución tuviera alguna responsabilidad. El cambio de la constitución no lo pedía nadie a fines de 2019. Todos los petitorios eran de distinto orden, pero no se referían a la constitución. El que trajo la constitución a colación fue Sebastián Piñera,

él la ofreció como como parte de un regalo para calmar a los violentos, porque no era capaz de mantener el orden él, teniendo todos los medios. Con la constitución de 1980 tenía todos los instrumentos. Él debería haber declarado a toda esta gente fuera de la ley. Eso es lo que dice la constitución. Pero si no la respetan, tampoco van a respetar otra constitución.

Pasando a otro tema, la propuesta dice que la soberanía reside en el pueblo, y la constitución vigente dice que reside en la nación. ¿Es relevante esa sutileza?

Hay una diferencia, porque al mismo tiempo hace un reconocimiento especial a los pueblos originarios, y les da unos privilegios por sobre el resto de los chilenos. Ahí se presta para que ellos empiecen a alegar una soberanía aparte. Eso es un inconveniente, es un problema que introduce la nueva constitución. 

Porque el pueblo es un concepto distinto al de nación. ¿No son sinónimos, ni coinciden necesariamente?

Cuando se habla de pueblo generalmente se está traduciendo mal del inglés. En la constitución estadounidense dice: “We, the people”. Pero ahí se refiere a las personas. Eso es lo importante. En esta nueva constitución el Estado toma el gran papel, no las personas. Esa es la crítica que yo hago. 

Ahí está el famoso discurso de Reagan: “Nosotros, las personas, conducimos el auto y le decimos al chofer hacia dónde ir y a qué velocidad”. En Chile no.  Este nuevo proyecto dice que es el Estado el que decide. En definitiva, los funcionarios. Y le da excesiva importancia al Estado, cuando la deberían tener las personas.

¿Hay algún otro artículo que le preocupe, que para usted represente un retroceso en relación con la actual constitución?

Hay varios. Pero la paridad, por ejemplo, es meter la mano a la urna. Si una persona saca más votos que otra, no importa el sexo o lo que sea, sale elegida la primera mayoría. Eso lo intervienen. En seguida los privilegios que le dan a los pueblos indígenas: crean una clase privilegiada. 

El artículo 212 de la propuesta señala que: “El Estado implementará medidas de mitigación y adaptación de manera oportuna, racional y justa, ante los efectos del cambio climático”. 

Eso es un disparate que no ha hecho ninguna constitución en el mundo, todavía. 

¿Qué problema ve con eso?

Ese tema está muy sujeto a discusión. Yo estoy convencido que es un constructo de las Naciones Unidas, porque ahí tienen su negocio. Para eso deberíamos tener un debate, para probarlo. Es algo que ha existido siempre. Está en la naturaleza el cambio, históricamente ha sido así. 

Pero eso ya es un tema aparte. Es un gran disparate. Chile ha incurrido ya en una serie de costos, sobre todo en electricidad industrial (que es una de las más caras del mundo). Se puede demostrar además que no tiene prácticamente ningún efecto en el clima lo que hagan los chilenos. Cuando la mayor parte del mundo, y en China, construyen nuevas centrales a carbón para producción más barata, y nos sacan la mugre en competitividad.

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